Con sólo 14 meses, adquiere un Austin Healey mientras jugaba con un smartphone. Quieren restaurarlo y que lo estrene cuando cumpla 16 años.
Sorella Stoute podría haber hecho historia al haberse convertido en la persona más joven en comprar un coche. Parece poco probable que alguien menor (tiene 14 meses) haya logrado semejante hazaña en el pasado. Al menos, por sí solo.
Aunque todavía sea un bebé y aún esté dando sus primeros pasos, la casualidad ha querido que esta pequeña de Portland (Oregon) ya tenga un automóvil que estrenar... dentro de 16 años. Ese es el plan de su padre: restaurar el Austin Healey Sprite que Sorella compró en eBay mientras jugaba con el smartphone de su progenitor el mes pasado.
Al parecer, la niña abrió la aplicación móvil de esa tienda de subastas online y “una cosa llevó a la otra”, hasta que acabó siendo la compradora del coche, de más de 50 años de antigüedad.
A pesar de que el precio final fue de solamente 225 dólares (175 euros) y sus padres tuvieron un“ataque de pánico” al recibir un email de eBay y comprobar la adquisición de su hija, como cuentan al canal local de noticias Koin, en un principio pensaron que no podrían permitirse ese gasto. Sin embargo, finalmente decidieron quedárselo.
Afortunadamente, el anterior dueño del Austin vivía a sólo 20 kilómetros, por lo que pudieron recogerlo fácilmente y llevarlo hasta la casa de los abuelos de la niña, que viven en un chalé con jardín en Milwaukie, donde hay un espacio del que carecen en su apartamento de Portland.
La labor de restauración de un coche en el estado en el que se encuentra este no es precisamente barata -un modelo restaurado de esas características puede alcanzar los 14.000 dólares (unos 11.000 euros) en el mercado-, así que el padre de Sorella ha abierto una cuenta para recaudar fondos con los que facilitar esa tarea. De momento, este martes ya había acumulado 70 dólares (53 euros).
No obstante, los gastos que conlleva no serán tan altos como los del Porsche de 38.000 dólares (casi 30.000 euros) que la pequeña podría haber comprado si la mala suerte le hubiese llevado a pujar por él -también estaba en la lista de visitas de su padre- en vez de por el Austin.
Para evitar futuras sorpresas, el smartphone ya tiene un nuevo código pin y una función de reconocimiento facial a prueba del consumismo preescolar.